A mi alrededor sólo había oscuridad. Asustada, grité: ¡Hola! ¿Hay alguien ahí? Mi voz retumbó y lentamente se fue apagando. Pasados unos minutos, una voz lejana, tosca y seca, contestó entre toses: Hola. Bienvenida a tu final. Estas palabras me dejaron fría, como la encimera de …