Se ha ido: ya no como, quedó sin gusto el pan.
Al pan, pan, y al vino, vino, solía decir mi madre.
Sin embargo, aquel día ese refrán carecía de sentido.
Todo había cambiado en unas pocas horas.
Lo que antes era verde, ahora era negro.
Lo que antes eran sonrisas, ahora se tornaban en lágrimas.
Lágrimas que recorren mis mejillas, caen sobre esta hoja y emborronan las palabras escritas con mi pluma.
Mis pensamientos también se emborronan.
Mis sentimientos invaden cada una de mis acciones.
Ya no actúo. Sólo observo el paso del tiempo.
Y mis ilusiones, sueños y proyectos, al igual que el pan, han quedado sin gusto.
La esperanza se ha marchado sin decir adiós.
¿Cuándo volverá?